Este acuerdo surge para cubrir las nuevas necesidades derivadas de la aparición de los coches conectados, un mercado que se prevé supere los 166.000 millones de dólares en 2025. Con estos sistemas de ciberseguridad, los proveedores podrán dar respuesta y encontrar un equilibrio entre la demanda de nuevas experiencias a bordo por parte de los conductores y la necesidad de ir implementando nuevos productos y softwares para satisfacer esas necesidades por parte de los fabricantes.
Los componentes electrónicos, el software o las nuevas conexiones han hecho que estos vehículos sean cada vez más vulnerables a las ciberamanezas y al mismo tiempo esto ha transformado la cadena de producción tradicional de vehículos.
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