Un motor en punto muerto sigue gastando combustible, girando al ralentí y evitando que, por ejemplo, el coche se cale. Con una marcha puesta, ruedas y transmisiones son las que imprimen fuerza al motor, sin tener que tirar tanto de gasolina.
Conducir sin introducir ninguna marcha es un grave peligro para la seguridad vial. En autopistas, autovías o carreteras interurbanas. Al circular en punto muerto en, por ejemplo, una bajada, el vehículo ejerce una fuerza mucho mayor al ser impulsado con su propio peso. Esto hace ingobernable el control del vehículo y multiplica las posibilidades de tener un accidente.
Circule pues, metiendo una marcha, ya que el freno motor es el mejor aliado para controlar a su vehículo y gobernar con seguridad la marcha.
Frenar en punto muerto daña considerablemente los frenos de su vehículo. Pastillas, discos y líquido se resienten con ese mal uso, provocando un relevo precoz de dichos elementos, con el coste que ello supone.
Al circular en punto muerto, mantenemos el motor en revoluciones bajas. Mantener esto durante distancias relativamente largas, es también perjudicial para el más importante elemento de su vehículo. El motor puede ver deterioradas sus bielas, poleas o propulsores antes de lo habitual.
Fuente: Applus ITV
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