Si va a poner un cargador para su coche en casa, no lo haga a lo loco. Es un consejo de la OCU que ha inspeccionado 31 cargadores domésticos para coches y ha encontrado fallos en 5 de ellos. El problema era serio en uno; en los otros cuatro, no tanto. En el peor caso, el propio usuario hizo la instalación. Para evitar riesgos, aconsejan encargar el punto de recarga a un profesional autorizado.

Si se va a comprar un coche enchufable, que suponen un 10% de las ventas, tiene que plantearse la instalación de un punto de recarga en casa, porque recargarlo siempre en cargadores públicos no compensa.

Si su coche es un híbrido enchufable, una toma de corriente común (Schuko, redonda con toma de tierra) de 16 amperios puede bastar para reponer la energía gastada en el día. También podría valer para un vehículo totalmente eléctrico si recorre hasta 100 km al día.

Sin embargo, siempre es preferible poner un cargador (también conocido como wallbox), pues proporciona más seguridad, sobre todo, si usa su coche para recorridos más largos. Con un enchufe normal necesitaría muchas horas para recargar y la toma se puede sobrecalentar originando un cortocircuito, un incendio… También dependerá de la potencia de carga que admita su coche.

El cargador y su potencia dependerá del tipo de coche enchufable y los kilómetros que recorra a diario.

Para instalar ese cargador necesita, en primer lugar, disponer de un garaje o una plaza de aparcamiento y hay varias situaciones.

  • En un garaje individual: el proceso es fácil. Busque un instalador autorizado que coloque el punto de carga donde le convenga y lo conecte al contador de su casa.
  • En un edificio de vecinos: debe avisar a la comunidad de propietarios, pero no requiere un permiso. Habitualmente, el cargador irá conectado a su contador de electricidad individual y el recorrido de los cables puede ser largo.
  • La plaza de garaje no se encuentra en su vivienda: tendría que hacer un contrato de luz específico para que instalen un contador.
  • En garajes con un solo contador común: debería llegar a un acuerdo con los vecinos para que le facturen la energía consumida.

¿De qué potencia?

Las potencias de los cargadores domésticos suelen oscilar entre los 16 A en corriente monofásica (la habitual en las viviendas), y los 32 A en corriente trifásica. La potencia nominal del cargador es la máxima que puede dar, pero en la práctica se suelen limitar para que no superen a la potencia que tenga contratada con la compañía ni a la que soporta su instalación eléctrica.

Cuanto más potente sea el cargador, más corto será el tiempo de recarga, pero tenga siempre en cuenta que el límite está en la potencia que puede soportar su casa.

¿Cómo debe ser la instalación?

La normativa sobre cargadores requiere que el circuito cuente con su propio cuadro de mando y protección, que debe llevar cerradura si está en un garaje colectivo. Aunque no es obligatorio, conviene que los cables se apoyen en unas bandejas metálicas que faciliten su tendido y está prohibido que pasen por la plaza de otro vecino. Todos los puntos de conexión deben estar bien asegurados y protegidos con “punteras” si los cables son de más de 6 mm.

¿Cuánto cuesta?

Los cargadores domésticos más vendidos oscilan entre 500 y 950 euros. El coste de instalarlos varía, pues depende de la distancia desde el contador a la plaza, de si ya hay bandejas portacables en el garaje, del tipo de cuadro de protección, etc. Los precios de instalación oscilan entre 1.000 y 2.000 euros lo que, sumado al cargador, sitúa la inversión entre 1.500 y 2.500 euros. Por lo general, hay que obtener un nuevo boletín eléctrico expedido por un instalador autorizado que comprueba la seguridad de la instalación. Algunos fabricantes de coches se ofrecen a instalar el cargador gratis, pues ya viene incluido en el precio del vehículo.

En la actualidad, el Plan Moves III, gestionado por las CC. AA., ofrece ayudas de hasta el 70 % del coste de instalación o del 80 % en localidades de menos de 5.000 habitantes.