Esta dilatación de tiempos ejemplifica la crisis del vehículos nuevo, demasiado dependiente de las escasas fuentes de producción de microchips, dado que dos países, Taiwán y Corea, aúnan el 80% de su producción. A ello se une las tensiones en la cadena de suministro, con una alarmante escasez de contenedores, a pesar de que el 80% del comercio mundial se transporta por mar, así como el aumento del coste de las materias primas, pues solo el acero ha multiplicado por cinco su precio, mientras que el cobre ha hecho lo propio un 65%, entre otros.

De este modo, los concesionarios se están quedando sin stock disponible al no fluir la producción de los vehículos, que está en niveles de 2010, según la Organización Internacional de Constructores de Automóviles (OICA). Y, además, aún no ha conseguido situarse en niveles precovid, perdiendo un 9,2% en el primer trimestre del año frente al mismo periodo de 2019.


Comentarios

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *