Los coches de Fórmula E equipan en su interior baterías de 800 V y 52 kWh de capacidad, diseñadas y fabricadas por McLaren Technologies. El paquete de baterías pesa 385 kilos, más de un tercio del total del coche, y son el componente clave en la evolución de los monoplazas y, por ende, del campeonato. Hasta la llegada del chasis actual, el Gen2 que se introdujo en la temporada 2018/2019, las baterías tenían una capacidad de 28 kWh, por lo que prácticamente se ha doblado su capacidad después de cuatro años de evolución. Además de aumentar la potencia del motor del Fórmula E y sus prestaciones, la llegada de las nuevas baterías ha permitido que se puedan disputar carreras completas de 45 minutos sin que los pilotos tengan que pasar por boxes para realizar un cambio de coche, como sucedía en las cuatro primeras temporadas.

Eso sí, la labor del piloto es clave para administrar la energía disponible y poder alcanzar la meta en cada carrera. Porque pilotando al máximo todo el tiempo y exprimiendo los 200 kW (270 CV) que el monoplaza entrega en carrera (250 kW, 335 CV, en clasificación), podría colocarse en cabeza y distanciarse del resto de rivales, pero la energía de su batería se consumiría antes de cruzar la bandera de cuadros. De esta forma, mientras compite en los estrechos circuitos urbanos de la Fórmula E, el piloto debe tener un ojo puesto en la gestión de la energía y tratar de ahorrar y recuperar tanta electricidad como sea posible, siempre asesorado por el equipo de ingenieros y sus decisiones estratégicas y simulaciones. Para hacerlo, debe levantar el pie del acelerador… pero solo al final de las rectas, justo antes de la frenada, y accionar una palanca para activar la regeneración de la batería.

Las baterías de los Fórmula E solo se pueden recargar fuera de la sesión de clasificación y carrera, o mientras el coche esté en parque cerrado, periodo en el que los equipos no pueden ni siquiera tocar el vehículo. Una vez el monoplaza está en el box, los técnicos del equipo se encargan de desconectar la batería, siempre con un equipamiento de seguridad que les proteja de cualquier tipo de descarga eléctrica, y la conectan a un cargador. Antes de acceder a la batería deben cerciorarse de que es seguro extraerla, lo que advierten a través de unos indicadores situados en el propio vehículo.

 

 

Fuente: QEV Technologies


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