El usuario de moto de campo dispone de un poder adquisitivo medio-alto, siendo un turista que busca gastronomía de calidad y la tranquilidad, sin ocio nocturno, ya que son siempre deportistas aficionados o profesionales, siendo la media de edad en torno a los 35 años. En cuanto a participación, la media por prueba son 85 participantes con un acompañante y dos noches de media, haciendo un gasto aproximado de 395€ por participante. Aunque las cifras varían mucho de un evento a otro, ya que hay eventos de varios días y eventos de uno solo, la generación de riqueza en las comarcas que realizan este tipo de actividades tiene una media de más 33.000€ por carrera, solo en lo que a turismo se refiere, sin contar inscripciones, piezas o reparaciones mecánicas.

A estas cifras hay que unir el valor turístico generado, ya que la publicad que recibe la comarca donde se realiza la carrera es muy notable, tanto nivel de periodismo especializado y redes sociales como de los propios pilotos y acompañantes, que al descubrir nuevos destinos repiten en otras épocas con familiares y amigos.

Las Comunidades Autónomas de Galicia y Cataluña son las que más pruebas albergan, con un total de 34, junto con la Federación Española, con el mismo número de competiciones, pero en todo el territorio nacional. La especialidad con más carreras en el Trial con 127 pruebas, seguido del Enduro con 88 y el Cross Country con 69.

Este tipo de carreras itinerantes tienen la ventaja de que cualquier municipio a través de los diferentes motoclubs y federaciones pueden solicitar una prueba de este tipo, sin necesidad de tener un circuito permanente. Pero, como como gran inconveniente, estos eventos tienen las trabas medioambientales en lo que a permisos se refiere, ya que muchas veces muchas carreras son suspendidas en el último momento por administraciones que están en contra de este tipo de deporte en el medio natural.

Cada carrera de estas especialidades requiere un marcaje previo, que siempre se aprovecha para limpiar el medio natural de residuos y escombros antes del evento, e igualmente se limpia después todo el material empleado para el transcurso de la carrera, dejando como uno impacto ambiental la erosión del terreno producida durante el fin de semana.

Esta erosión dependiendo del tipo de terreno puede ser mayor o menor, siendo muchas veces inapreciable a las pocas semanas en los terrenos más duros con más humedad y crecimiento de vegetación, o bien en el lado contrario, en el caso de terrenos blandos sin vegetación, pueden permanecer varios años las marcas en el suelo, pero en las zonas que más interese se puede programar un restablecimiento del aspecto anterior con un trabajo posterior a la carrera.

Igualmente, el punto anterior también es positivo dependiendo de cómo se plantee el recorrido, ya que un evento de estas características también puede realizarse en un recorrido que contemple la recuperación de caminos y sendas perdidas por el desuso que, una vez finalizado el evento, pueden ser usados por otros usuarios del medio natural como ciclistas o peatones.

La riqueza generada en el territorio por eventos de estas características son la mayoría de las veces es muy superior al impacto ambiental generado, ya que en todos los casos se pueden realizar acciones que den como resultado un impacto ambiental cero o positivo.

 


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