Pero para que los consumidores se animen a elegir un coche eléctrico, tiene que ser una opción fácil, sin mayores desembolsos ni complicaciones.
Para identificar las barreras que entorpecen el paso a la movilidad eléctrica, la OCU ha realizado un viaje entre Madrid y Barcelona con uno de los coches eléctricos más vendidos en España. En Italia, Bélgica y Portugal se han hecho pruebas similares, pues debemos aspirar a una visión común y a la integración de soluciones para toda Europa. Los viajes se realizaron en los cuatro países durante los meses de noviembre de 2020 y enero de 2021 y los recorridos se centraron en evaluar el funcionamiento de la infraestructura de carga pública. La prueba se realizó en el marco del proyecto EVE (Electric Vehicle Experience).
Lo primero que se constató en este recorrido es que es posible realizar el viaje sin grandes demoras y con un coste asequible.
– Tiempo: en el trayecto se realizaron dos paradas y se invirtieron siete horas y media, es decir, 50 minutos más de lo que se tarda con un coche diésel o de gasolina con una sola parada para descansar. El viaje resulta más cómodo con menos ruido y las vibraciones.
– Coste: el coste de las tres recargas, la que se realizó en casa antes de salir y las dos que se hicieron por el camino, asciende a 46 euros, sensiblemente inferior a lo que costaría hacer el mismo viaje con gasolina (65 euros).
– Emisiones: el coche eléctrico no emite gases ni partículas mientras circula, pero sí que se producen al generar la energía eléctrica que lo alimenta. Estiman que sus emisiones de CO2 es de 35 kg en el total del viaje, la tercera parte que un coche de gasolina.
Los coches eléctricos tienen mucho a su favor… pero para que pueda triunfar esta movilidad, hay que identificar y superar las barreras.
Lo primero que queda claro es que un viaje en coche eléctrico requiere todavía de una planificación previa para localizar las estaciones de recarga en la ruta y calcular dónde parar según la autonomía del vehículo que se conduce. En el caso que nos ocupa, la autonomía era de unos 300 km y debían hacerse dos paradas.
En el desplazamiento por autovías es relativamente sencillo encontrar puntos de recarga, que suelen estar en las estaciones de servicio. Sin embargo, cuando nos desviamos a carreteras convencionales, puede haber muchos kilómetros de distancia entre un punto y otro: encontrarlos fuera de los centros urbanos grandes resulta complicado.
En España por ahora tan solo hay 8.545 estaciones públicas de recarga para más de 160.000 km de carreteras. De esas estaciones, 7.730 son de carga lenta.
Otro aspecto que llama la atención es la gran disparidad de precios a los que se vende la energía. La diferencia entre cargar en casa o en cargadores públicos es enorme y, dentro de los públicos, entre las distintas compañías que los ofrecen.
La OCU ha realizado una recogida de precios en 50 estaciones de recarga de las principales autovías de España (todas las radiales, la AP7, la de la Plata…) tanto si se usa la app lanzada por la propia red como si se emplea alguna de las aplicaciones compatibles más populares, como Electromaps, Chargemaps o Plugsurfing.
Los resultados muestran que la elección del lugar de recarga es vital para que la movilidad eléctrica resulte una opción económica:
– Recargar el coche en un cargador doméstico puede costar 8 céntimos/kWh con tarifa valle y 16 céntimos/kWh en tarifa diurna. Esto arroja un coste entre 1,6 y 4 euros por cada 100 kms aproximadamente, mucho más barato que los combustibles fósiles.
– Si usa un cargador público convencional con carga lenta, puede encontrar desde electricidad gratuita en algunos centros comerciales hasta otros que cobran más de 50 céntimos/kWh.
– Cargadores públicos de carga rápida. Varían desde los 30 céntimos a más de 1 euro por kWh, lo que eleva el coste de recorrer 100 km a los 16 euros, más caro que viajar en un coche con gasolina.
Otro inconveniente es que cada red de cargadores se maneja desde una app distinta en el móvil, a la que hay que asociar también un medio de pago. Esto complica mucho la vida a los usuarios si quieren aprovechar todos los puntos de recarga disponibles.
Se da el caso, además, de que en una misma estación de carga puede pagar un precio muy diferente según la aplicación que esté utilizando. En algunas de ellas, la diferencia puede ser de pagar 30 céntimos con la app de la red original a pagar 1,10 euros con otra de las apps compatibles, tres veces más.
Los datos del viaje realizado por la OCU revelan que la infraestructura y la gestión de la red de carga de coches eléctricos necesita todavía un gran impulso a nivel nacional y europeo. Es preciso:
– Crear un sistema de monitorización de precios, igual que ya existe para las estaciones de servicio tradicionales, de modo que el conductor pueda comprobar el coste de repostar en las distintas estaciones de recarga que haya en su entorno o en el recorrido de sus viajes.
– Un decidido impulso a la apertura de nuevas estaciones. Una vez que se sale de las grandes ciudades y se circula por vías secundarias, las distancias entre estaciones de carga pueden superar fácilmente los 170 kms. La OCU defiende que las carreteras cuenten con al menos una estación de carga cada 50 kms con varios cargadores rápidos.
– Impulsar y financiar la instalación de puntos de carga privados en los garajes de los edificios nuevos y en los ya existentes. Los puntos de carga públicos se deben reservar para viajes largos, necesidades puntuales y personas sin otra solución. Las empresas de todo tipo también pueden contribuir instalando estos puntos en sus aparcamientos para empleados.
– En áreas urbanas, también son necesarios los cargadores rápidos (de 42 kW en adelante) y priorizar la reconversión de los cargadores lentos en estaciones de carga rápida.
– El pago debe ser totalmente interoperable entre las distintas redes de cada país e incluso en toda Europa. Además, todas las estaciones de carga públicas deben ofrecer la posibilidad de pagar con tarjetas de débito o crédito.
Desde OCU insisten: por mucho que bajen los precios de los coches eléctricos y se den ayudas para su compra, la movilidad eléctrica no despegará mientras no exista una red de carga rápida lo suficientemente cómoda y asequible. La apuesta por la movilidad eléctrica debe ser clara y decidida si se quiere alcanzar el objetivo europeo de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero en un 40% para 2030, un objetivo vital para la salud de todos los ciudadanos.
Deja una respuesta