Según la Dirección General de Tráfico (DGT), los análisis toxicológicos realizados a 751 personas fallecidas en accidente de tráfico en 2018 (535 conductores, 143 peatones y 73 acompañantes) revelaron que más del 40 % de los conductores iba borracho o drogado. Desde hace 25 años existe un aparato que contribuiría a reducir esta dramática situación y que en Francia y Alemania ya es obligatorio para conductores condenados por alcoholemia.

Tiene un coste de unos mil euros y se instala en un vehículo en una media hora, según ha explicado a la Agencia EFE el responsable de grandes cuentas de Dräger Iberia, José Luis Fernández Martínez.

El Interlock, que es el nombre del aparato, consta de un alcoholímetro (puede estar visible u oculto en la guantera) y un inmovilizador que se oculta en el volante. Opcionalmente se ofrece una cámara para evitar que sea el copiloto el que se someta a la prueba.

Su funcionamiento es muy fácil y rápido. La persona que va a conducir debe soplar si quiere arrancar el coche. Si el alcoholímetro detecta que está bajo la influencia de sustancias tóxicas impedirá el arranque del motor.

En el caso de que el copiloto intentara engañar al dispositivo, la cámara (instalada en el lado superior izquierdo del conductor) lo grabaría para posteriores reclamaciones.

En 2022 en Europa será obligatoria la preinstalación de los alcoholímetros en los vehículos.


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