Una de las claves de los vehículos eléctricos es su autonomía. A mayor autonomía, menos problemas de quedarnos sin carga y más despreocupada será nuestra búsqueda de puntos de recarga. Los vehículos eléctricos combinan un motor eléctrico, una batería y un cambio automático.

Por tanto, al no disponer de embrague, sólo tenemos que acelerar y frenar. Pero, a diferencia de un vehículo de combustión, sí presenta algunas peculiaridades que conviene conocer para sacar el máximo provecho a la batería. De esta manera conseguiremos optimizar la autonomía del coche eléctrico y reducir su consumo al máximo.

Actualmente, los modelos eléctricos que están llegando al mercado ya cuentan con una autonomía que supera, por lo general, los 300 kilómetros, y algunos son capaces de recorrer más de 500 kilómetros. Estas cifras son las homologadas por los fabricantes en condiciones de máxima eficiencia, pero conseguir esta autonomía dependerá mucho de la manera que tengamos en el momento de conducir nuestro coche eléctrico.

Los avances tecnológicos permiten a los fabricantes desarrollar coches eléctricos con muchas ayudas para ser cada vez más eficientes. En este sentido, ya la mayoría incluyen diferentes modos de conducción, entre ellos el modo ‘Eco’ que ayuda a maximizar la energía. También ayuda a reducir el consumo del propio coche eléctrico, así como, el uso de neumáticos de baja resistencia a la rodadura, un diseño muy enfocado a mejorar la aerodinámica, y motores eléctricos más compactos.

Algunas recomendaciones básicas, pero muy a tener en cuenta, son las siguientes:

– Los coches eléctricos tienen un par constante, es decir, entregan su par máximo desde el mismo instante en el que se pisa el acelerador, por lo que hay que aprender a controlar el tacto del acelerador para no dar acelerones bruscos y gastar energía de forma innecesaria. Hay que conducir con suavidad, evitando también dar frenazos.

– Tienen pedal de sistema de freno regenerativo. Esto implica que, levantando el pie del acelerador, el motor se frena. Gracias a esta tecnología este sistema, evitamos el desgaste por usar el freno, y al mismo tiempo conseguimos un gran ahorro de energía, sobre todo cuando lo usamos en ciudad. Toda la energía que se retiene al levantar el pie del acelerador se conserva en la batería. Para sacar el máximo rendimiento a este sistema, tenemos que acostumbrarnos a él y evitar, por instinto, recurrir al freno como hacemos con un coche de combustión.

– Desplazamiento «a vela». Es el equivalente a conducir al ralentí con un coche de gasolina o diésel. La ventaja de un coche eléctrico, es que el motor tiene un menor rozamiento y es capaz de mantener la inercia de marcha durante más tiempo. Si logramos poner el motor en este modo a vela (es algo que requiere un poco de práctica), conseguimos circular sin consumo de energía derivado del motor, porque de igual a la demanda de energía con la regeneración que se produce en las ruedas.

Además de estos tres puntos clave que debe saber a la hora de aprender a conducir un coche eléctrico, debe tener en cuenta que el motor eléctrico no emite ruidos por lo que, al ser más silenciosos, pasan más desapercibidos para el resto de usuarios, sobre todo, para peatones, ciclistas o usuarios de patinetes. ConduZCA con mayor atención y prudencia cuando circule cerca de ellos. Son modelos que ofrecen ventajas y desventajas, por lo que es una decisión personal hacerse con un eléctrico o uno con combustión tradicional.

Siguiendo estas recomendaciones de conducción, conseguirá optimizar la energía de la batería e, incluso, podrá aumentar la autonomía homologada del coche eléctrico, sobre todo en trayectos urbanos.

 

Fuente: RACE


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